Meditación

Meditar es observar sin emitir juicio, a los pensamientos que vienen a nuestra mente, y dejarlos pasar. No quedarnos enganchados a ellos,e ir estableciendo tiempos de silencio entre un pensamiento y otro.

Como bien nos explica Bokar Rimponché, en su libro “La meditación. Consejos a los principiantes”, los seres humanos solemos andar afligidos, con angustia y miedo, que no sabemos cómo evitar. La meditación tiene como fin eliminar esas angustias y sufrimientos.

Generalmente pensamos que la felicidad y el sufrimiento vienen de las circunstancias externas. Estamos continuamente ocupados, de una forma u otra, en arreglar el mundo. Tratamos de quitar un poco de sufrimiento por aquí, de obtener un poco de felicidad por allí, sin conseguir nunca el resultado que esperábamos.

El punto de vista de la meditación, considera por el contrario que tanto la felicidad como el sufrimiento no dependen fundamentalmente de las circunstancias externas, sino de la propia mente. Una actitud positiva da lugar a la felicidad, una actitud negativa produce sufrimiento.

Meditar no consiste en evitar los problemas o huir de las dificultades; no se practica como una vía de escape, sino más bien para ser más fuertes y serenos y así poder afrontar lo que nos traiga la vida con eficacia (Thich Nhat Hanh)

Hay quien dice que generamos 2 millones de pensamientos al día. Realmente no los hemos contado, pero lo que sí sabemos es que son muchísimos, y cada uno de ellos va en una dirección. Un pensamiento dice “adelante” y otro dice “frena” y se solapan y se contradicen. Y lo que ayer era blanco hoy es de otro color. ¿Cómo vamos a encontrar la paz interior con semejante ruido mental?

Imagino todos los pensamientos, como una gran bola de nieve que baja por la ladera de una montaña con gran velocidad.

Cuando meditamos, tratamos de hacer pequeños descansillos en la ladera de esta montaña. De momento la bola no para. Los pensamientos siguen. Pero cada vez que topa con un descansillo, la bola pierde algo de fuerza para la bajada. Y si hacemos descansillos habitualmente y cada vez son mayores, la bola sí puede llegar a bajar su ritmo e intensidad.

Los pensamientos así, pueden generarse en nuestra mente de una manera más sosegada que podemos manejar. Podemos pararlos cuando lo deseemos y recuperar nuestro centro. Ese centro donde nos colocamos en nuestro corazón, sin pensamientos ni juicios, donde sólo observamos lo que sucede.

Para meditar hay que practicar y ser constante. No es fácil parar la mente de repente. Por este motivo, todas las mañanas te ofrecemos la posibilidad de venir a meditar con nosotr@s. Será un entrenamiento cada día con diferentes propuestas y prácticas que te adentren en el arte de la meditación. Unas veces serán prácticas pasivas y también realizaremos meditaciones activas, para aprender a meditar a través del movimiento.

¿Te animas?